Ofrendas, ceremonias y la energía de los Andes

Llevo una semana en Ollanta con Daniel como guía. Gracias a él estoy conociendo en más profundidad la cultura andina, la ingeniería y agricultura inca, sus ritos y ceremonias, y rincones mágicos con una energía preciosa.
El martes por la tarde subimos a ver los graneros, o qollqa, que hay detrás de mi hotel, el Apu Lodge, al lado de la efigie de Tunupa o Wiracocha, esculpida -no se sabe si por la mano del hombre o por la naturaleza-, y luego dimos un paseo por el pueblo para ver el puente inca que cruza el Urubamba. Resulta que fue construido primero partiendo el río en dos con grandes rocas y luego creando un fuerte pilar central que aún hoy sirve para amarrar fuertemente el paso sobre el río.
Después paramos en una chichería a chichar un poco.... La chicha es una bebida poco alcohólica, similar a la cerveza, elaborada de manera casera con maíz germinado y fermentado. Las chicherías no son lugares fijos, sino que depende de las mujeres que lo tengan preparado, así que en una comunidad, van apareciendo y desapareciendo, de casa en casa. Las chicherías con como los bares para nosotros, es donde los hombres se reúnen después del trabajo, y se señalan con bolsas rojas sobre un largo palo de caña. La chicha se sirve en un vaso grande, de medio litro o más, y a menudo acompañada de rico ají, una pastita picante a base de palta (aguacate), que claro, incita a beber más.

Mi viaje está siendo muy completito, y estoy combinando todo tipo de actividades. El martes por la mañana decidí hacer una ruta de descenso en bici por las trialeras que cruzan la carretera al Abra Malaga, un paso de montaña que separa la zona del Cuzco y el Valle del Amazonas. Creo que fueron cerca de 40km serpenteantes de buen asfalto, envidia de cualquier ciclista de carretera, ya sea para subirlo o para bajarlo. Una vez arriba cogimos las bicis de montaña y dispusimos a bajar. Solo éramos un guía (de KB Tambo tours), Carlos, y yo, habían fallado los otros clientes... mejor, jeje. 
Al principio me costó un poco adaptarme a la montura. Nunca he hecho descenso ni llevado una doble, aunque me encanta bajar trialeras. El primer kilómetro de descenso transcurría por una ladera con un precipicio al lado, lo que no me permitió soltarme del todo, pero luego llegó lo bueno..... y también las evidencias de que mi guía de ese día no sabía bajar en bici... pobret.... se pegó cada tortazo... Al final se fue por la carretera, y yo continué por las trialeras con las indicaciones del taxista cada vez que había que cruzar asfalto. Me lo pasé pipa!!!

El día anterior visitamos las comunidades altoandinas en el camino que transcurre desde la parte de atrás de Ollanta. Subimos por una larga carretera de tierra (lo normal por aquí) y paramos en tres aldeas. La primera estaba vacía porque todos los comuneros estaban en el campo, pero contaba con una graciosa y pequeña iglesia con un campanario al lado. También había una gran explanada, rodeada por un muro, que es donde hacen las vaquillas -de manera muy parecida a como lo hacemos nosotros-, que los lugareños torean y esquivan bajo los efectos de la chicha, en el día de fiesta que reúne a todas las comunidades del entorno.
Realizando una ceremonia a la Pachamama

En el siguiente pueblo paramos a ver una mamita que me hizo la ceremonia de la coca a la Pachamama. A través de las diferentes ceremonias y ofrendas  me voy purificando, limpiando, de malas energías, para poder conectar con otras... que luego os cuento... Además de la dieta vegetariana que estoy siguiendo, cada ritual sirve para eliminar toxinas físicas y energéticas.
Hay que decir que siempre hay que abordar estos ritos y ceremonicas con mucho respeto. No es una simple tradición, es una verdadera conexión con la Pachamama facilitada por personas cuyas conciencias se dedican a sostener la tierra. En un momento dado, la mamita sujetó un fardo que contenía todas las hojas de coca que me representaban sobre mi cabeza. Estábamos dentro de la casa, casi a oscuras, con mi guía y dos nietas de la mamita, el olor a incieso y a tierra, los cuys (conejillos de indias que conviven con ellos como mascotas pero también como alimento... es su principal manjar), algún gato o gallina que entra y sale.... Y como iba diciendo, de repente sentí como que me iba, como si faltase nada para desmayarme... Y luego cuando terminó el ritual, una especie de serenidad con algo de cansancio.... Y al día siguiente siempre algún síntoma físico de que estás soltando algo, viejas emociones que ya no sirven...

El miércoles fue muy especial. Primero subimos a una cueva sagrada cerca de Ollanta. Un lugar donde se hacen y se han hecho desde hace siglos, muchos rituales. En la entrada hay una roca sagrada ante la cual has de arrodillarte para pedir permiso a la Pachamama para proceder con los rituales. También hay nichos y hornacinas, una especie de casita donde los chamanes conectan con sus visiones gracias al San Pedro, un cactus que tiene efectos alucinógenos, y una gruta que se adentra en las entrañas de la montaña y en la cual da la sensación de que habitan seres de color negro, no malos, pero sí espíritus de la montaña.
Todo el entorno está repleto de energías de todo tipo debido a todos los rituales que allí se han hecho, y no todas son positivas. Por eso es necesario estar continuamente "pischando" la hoja de coca -se quita el rabito, se dobla por la mitad y se introduce en la boca, entre el carrillo izquierdo y los dientes, y se chupa o masca-, ya que te permite mantener una vibración elevada que te protege.

Esta vez fue mi guía Daniel quien realizó el ritual de purificación. "El cóndor de los Andes" se transforma, como si entrara en trance, cuando hace el ritual, conectando con una energía fuertemente chamánica que le pertenece, tanto por legado cultural de los incas -sus rasgos no disimulan su procedencia-, como por vidas pasadas.... Se lo noto. Se buscan las hojas que te representan y se pide permiso a los Apus (espíritus o deidades de las montañas) y otros dioses. Nos acompañaba un joven que hacía de porteador, porque estos rituales siempre es mejor hacerlo con más gente por las energías conjuntas. Cuando me tocó mi turno, Daniel me abrazó para sacar las energías negativas, y me volvió a pasar como con la mamita pero más fuerte. Casi me caigo. Casi me voy. A penas me podía mantener consciente, aunque solo fuera un instante.
Esa mañana había amanecido cansada y con un poco de dolores, pero tras el ritual sentí inmediatamente mucha energía y fuerza. 
Catarata de Soqma

Luego fuimos a hacer un pequeño treking a otro lugar sagrado, las cataratas de Somaq, a las que se accede por una senda empinada, de tierra y escalones (lo normal por estos lares..).
Antes de subir, acordamos con una familia del pueblo que nos preparase algo para comer para después. La gente de estos pueblos, a ojos occidentales, pueden parecernos pobres..., pero yo no vi eso. Aunque no gastan calcetines y llevan sandalias que dejan entrever pies ennegrecidos por la tierra, aunque la ropa pueda estar un tanto raída, aunque los niños parecen desalineados y sucios, son gente básicamente feliz y creo su función es la de sostener la tierra.
La catarata de Soqma es preciosa e impresionante. Cae fina pero fuerte desde bastante altura, y tiene una pared negra con musgo que me recuerda a un hada que te acoge en suspensión... Pischamos coca para mantener la vibración alta... éramos cuatro para mantener el equilibrio de fuerzas...
Al bajar, paramos en el pueblo y encontramos la casita donde habíamos quedado que nos darían de comer un rico arroz con verduras y patatas.... Estaba absolutamente delicioso!
Paseo a Pumamarca
El jueves fuimos a caballo hasta Pumamarca. Una ruta de unos 9km de ida y vuelta que empezamos subiendo un camino inca jalonado de escalones y desniveles que los caballos increíblemente iban sorteando como lo más normal del mundo. Acostumbrados están a estos terreno y a caminar por precipicios con total seguridad. 
Las ruinas son muy bonitas y están ubicadas en lo alto de un paraje espectacular.
La vuelta la hicimos por carretera (de tierra, claro) y en un momento dado atravesamos un lugar que para mí fue mágico... En una curva, se cerraban las montañas en una estrecha garganta. Gigantes moles marrón-rojizas nos cercaban y hacían que el viento soplara fuerte, meciendo un espigado bosque de eucaliptos que susurraban sin cesar. Daba la impresión de un baile de elfos dándonos la bienvenida... y me entregué a la experiencia, sentada sobre mi caballo...
Huchuy Qosqo

El viernes visitamos las ruinas de Huchuy Qosqo (o pequeño Cuzco), también alejado del típico circuito turístico por su difícil acceso, aunque hay que pagar entrada. La verdad es que me alegro de poder contribuir a que las ruinas se cuiden y restauren.
Subir hasta allí en coche es toda una odisea que demuestra la increíble habilidad al volante de los locales. Mi conductor, Julio, es capaz de llevar un 2x4 por lugares que estoy segura muchos serían incapaces de meter un 4x4. La verdad es que, a pesar de la carretera, no me sentí insegura en ningún momento.

Huchuy Qosqo
De camino a Huchuy Qosqo puse música de mi móvil, algunas canciones de los '80 que tienen una energía potente y profunda que estaba segura que a mi guía, Danny, le gustaría porque son similares a su fuerte energía chamánica. Y efectivamente, a pesar de que por su juventud desconocía la mayoría, enseguida concetó y hasta entró como en trance, como cuando hicimos el ritual en la cueva... Conecté con esa energía y con la música y es entonces cuando me di cuenta, de repente, que yo también la tengo! Que siempre ha estado allí y como de alguna manera inconsciente la había reprimido!!!.... Gracias Universo por mostrármelo! Ahora lo entiendo. Cuando cometes abusos contra otros en otras vidas, los sucesivos niveles de ética ganados en cada vida te impiden conectar con partes de ti,  a modo de protección psíquica con partes más oscuras. Pero el reto está en superar la tendencia a caer en lo oscuro para volver a conectar con esos talentos pero desde la claridad. En esencia, esta conexión es la que intuía que iba a encontrar aquí. Me hace gracia ver que siempre había estado allí, debajo de mis narices como quien dice. Ahora ya sé como contactar con ella y poco a poco ir abriéndola...

Al llegar arriba se divisan enseguida las ruinas de Huchuy Qosqo, y ya te llama la atención algo. Son especialmente bellas. Un corto camino y llegamos al lugar. En seguida notas una energía muy limpia. Es un templo dedicado al culto del agua. Sientes alegría, apertura y limpieza... menos en una de los habitáculos que tenía una sensación desagradable... Danny me contó que allí es donde se hacían los sacrificios.
Nos echamos un rato a meditar encima de la plaza de la ciudadela, con espectaculares vistas a las montañas. Os juro que no me quería ir de allí. Ese lugar te atrapa. En mi meditación vi un gran halcón posarse detrás de mí... Después, cuando abrí los ojos, ahí estaba! Volando majestuoso por el cielo. Enorme y libre! Mágico....


Hoy hemos visitado Unu Urko, o cerro del agua. Una ruina muy especial por contar con un templo ceremonial redondo. Cuenta la leyenda que dos hermanos se batieron para conseguir casarse con una princesa. El padre concedería la mano a aquel que trajese agua de Pitusirai y Sahuasiray (mis montañas.. siento una gran atracción hacia ellas dos... son complementarias y son evocadas en los rituales como sanadoras). Los hermanos crearon canales de irrigación hasta Unu Urko, donde hay una roca con la forma de la montaña y un canalillo tallado que desemboca en la cabeza de una serpiente.

Luego visitamos el museo Inkariy, un centro privado llevado por una familia, pero muy bien hecho y de visita muy recomendable. Las salas de exposición están repletas de restos arqueológicos y hay también unos grandes espacios temáticos con figuras de cera replicando diferentes escenas. Acompaña la luz, el sonido y la música, dando un increíble realismo.
Tanto es así que me puse mala de repente. Me bajó la tensión y me mareé. Tenía náuseas y me tuve que sentar y poner la cabeza entre las piernas. Me dieron ruda y mate de coca, y poco a poco fui recuperándome. Las escenas que me afectaron fue primero una que hubo que atravesar como un laberinto de paredes incas hasta una daga monolítica ceremonial, y seguí sintiéndome muy mal hasta incluso la escena de un juicio, en el que estaban presentes los gobernates del Tawantinsuyu (los cuatro reinos) y las momias de los antiguos gobernantes.... Ahora entiendo por qué esa energía chamánica en mí estaba desconectada...

No sé si fue la chicha que me había tomado o quizá recuerdos de vidas pasadas no muy buenos.... Te juro que las representaciones me parecieron tan reales....

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